La increible autonomía de este avión se veía eclipsada con su falta de blindaje. Estaba pensado para recorrer grandes distancias y su maniobrabilidad y su facilidad de ascensión dejaba a los viones aliados en pañales pese a sus escasos 950 caballos de potencia.
Más tarde se desarrolló una versión con más blindaje y mejores armas, el A6M5.
Al final de la guerra con Estados Unidos, los últimos pilotos nipones, los únicos capaces de continuar una guerra ya perdida, cargaban el avión de bombas y, en un acto desesperado, se estrellaban contra las naves aliadas. Estos pilotos pasaron a la historia como los kamikazes, "viento divino" nombre que les viene de un tifón que destruyó a la flota mongola que amenazaba con invador Japón en 1570.
En la actualidad solo existe un A6M en el santuario de Yasukuni de Tokio, en concreto un A6M5 tipo 52.
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