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Saturday, August 6, 2011

Creando una empresa



Sí, estoy creando mi propia empresa.

Llevo con ello más de un año y ha supuesto mucho sacrificio, aunque he intentado no dejar de pasármelo bien.

Mi experiencia emprendiendo es que lo que tú no hagas o consigas por ti mismo no te lo va a dar nadie. Ni dinero, ni ayudas, ni contactos, ni nada. Además frente a un trabajo normal de 9 a 5 en el que, en mayor o menor media, sabes lo que tienes que hacer, cuando creas tu propia empresa sabes que lo tienes que hacer tú TODO.

Tener que hacerlo todo es algo a lo que no estamos acostumbrados, pero no hay más remedio. Cuando me refiero a hacerlo todo quiero decir que al menos tienes que encargarte de que todo sea hecho por alguien. Es muy fácil caer en el error de querer hacer todo uno mismo. Hay que dedicarse a lo que sepas hacer y lo demás subcontratarlo. Sí, pagar a alguien para que te ayude. Esto hay que tenerlo en cuenta para el plan de negocio (muy importante) y si pides un crédito al banco tener en cuenta el coste que esto conlleve.

Digamos que eres un genio haciendo magdalenas rellenas de chocolate, te encanta hacerlas y quieres montar una tienda y venderlas. Dedícate a hacer las mejores magdalenas de chocolate que existan y que otra persona que sepa se encargue de diseñar la tienda, otra te lleve la contabilidad, (muy importante y barato), otra monte el local... Además estamos en época de crisis, la gente está deseando trabajar y las tarifas tanto de alquileres como de servicios se han reducido mucho.

No hay que tener miedo al fracaso. En algunos países el fracaso es un indicativo de que se tiene valor ya que al menos has intentado hacer algo y has aprendido en el proceso.

En mi caso llevo todo este tiempo viviendo con poquísimo dinero y dependiendo de la familia como si fuese un adolescente. Al parecer es un panorama similar al que se tienen que enfrentar muchos emprendedores en este país, pero lo voy llevando.

Es importante tener una meta clara. Desde luego no del tipo económico, no puedes decir: quiero tener una empresa para ganar 20000 euros al mes. Tienes que decidir qué quieres y encaminar tus esfuerzos a alcanzarlo. Algo como: quiero irme a vivir a Bangkok y poder vivir de mi empresa trabajando sólo 2 horas al día. O quiero poder trabajar desde cualquier lugar del mundo con un portátil y cambiando de país cada 6 meses. O quiero poder dedicarme a estudiar esto y lo otro dedicando sólo las tardes a trabajar. O quiero que mis hijos puedan irse a estudiar el idioma que les de la gana a tal país...

Una vez tengamos la meta definida hacemos un plan para conseguirla, nos ponemos una fecha y trabajamos para la consecución de nuestro plan o sueño. Siempre con la ayuda de otros.

Ya os iré actualizando sobre el estado de mi empresa y dando algunos consejos para quien quiera dar el paso y montarse algo, pero sobre todo espero poder escribir sobre mis viajes y desde logares exóticos que es la razón por la que estoy metido en este lío empresarial.

Besos


Sunday, December 20, 2009

Japón: normas, normas, normas...

Siempre tengo la sensación, cuando estoy en Japón, de que estoy haciendo algo mal.

Incluso cuando voy por la calle tengo la sensación de que estoy mirando a la gente de manera poco educada. O que estoy manteniendo la mirada más de lo que es aceptable, o que no ando ni a la velocidad apropiada ni siguiendo el trayecto adecuado. Lo mismo me pasa cuando estoy en el metro sentado, o cuando hago cola para entrar. ¿Estaré en la cola que me corresponde? ¿No me habré pasado a la cola de “solo mujeres”? ¿O en alguna otra nueva que no conozca?

Y para qué hablar de cuando me muevo por el transporte público con equipaje de un lado para otro, impidiendo que entren más pasajeros debido al tamaño de mi mochila o molestando a la gente en las escaleras.

Nadie se queja ni me lanza miradas de desaprobación, pero yo lo siento en mí. Quizás esto esté solo en mi cabeza, pero no puedo evitarlo. Incluso después de haberme recorrido el país de arriba a abajo y haberlo visitado innumerable número de veces. Puede ser que me haya leído demasiados libros o artículos de los modales en Japón y yo lo esté exagerando todo, pero lo que está claro es que si el río suena es porque agua lleva, ¿no?



Está claro que siendo un occidental la cosa se suaviza. No se espera de ti que te sepas comportar como uno más. De hecho en algunas situaciones cuando demuestras que te sabes algunas de sus costumbres te conviertes en el centro de atención y te sientes un poco como el niño pequeño que sabe hacer monerías y los padres y sus amigos le dicen “¡Muy bieeeeeen!” y “ ¡Qué mono!”.

Son tantas cosas para recordar. Que si no puedo beber antes que el resto de comensales. No puedo clavar los palillos en el arroz porque es de mala educación y recuerda a un funeral, con lo que me apetece a veces. No debo, bajo ningún concepto, sonarme la nariz en público. Olvídate de ponerte a beber sin asegurarte de que el resto de invitados tengan sus vasos llenos.



Cuidado con coger la comida del plato común con el extremo de los palillos que te llevas a la boca. Descálzate al entrar en una casa, restaurante, hotel…



Nada de móviles en el transporte público. Si no estás de acuerdo con lo que dicen tus amig@s japonés@s te callas y asientes como si lo estuvieses. Di todos los “sumimaseeeeen” (lo siento) que puedas, aunque nada de lo que haya pasado sea culpa tuya. Y bla, bla, bla…

¿Será que a los que nos apasiona Japón tendremos necesidad de seguir muchas normas? ¿Seremos un poco borregos? ¿Nos gustará la sensación que se siente al salir de Japón y volver a experimentar la carencia de normas?...

Tuesday, December 1, 2009

Monday, November 23, 2009

Relatos: Detención en Varanasi

Voy a ir publicando unos relatos que escribo cuando no tengo otra cosa que hacer.
Ahí va el primero:

DETENCIÓN EN VARANASI

Pese a la violencia de su trato hacia mi y de los empujones y gritos desproporcionados para que les siguiera, me dí cuenta de que yo era el único extranjero entre los detenidos y que se me trataba con más cuidado, si se le puede llamar así, que al resto de mis nuevos compañeros.
Nos llevaron a tirones a la parte trasera de un camión que debía llevar en plantilla más de 40 años, de esos que relacionas con el ejercito, donde se sientan unos enfrente de otros. Por techo una lona del mismo color verde que el camión.
Nos ataron las manos sin ninguna delicadeza con unas cuerdas que habían unido muchas más muñecas antes que las mías y que lucían unas sospechosas manchas oscuras.
Una vez en marcha, uno de los agentes, que en ese momento se me antojaba gigantesco, con boina y por supuesto bigote, se mantenía de pié agarrándose a una barra que sustentaba la lona y, medio agachado, gritaba con ferocidad a la cara de un aterrorizado muchacho sentado enfrente mio. Cada vez que terminaba lo que a mi me parecía una frase, le propinaba una tremenda bofetada que casi le hacía caerse al suelo del camión.
Perdí la cuenta de las veces que le abofeteó, pero recuerdo la cara del muchacho a medias entre la consciencia y la inconsciencia. Ya no estaba erguido orgulloso en su asiento, le habían quebrado la dignidad, ahora apenas se mantenía sentado apoyado en el hombro del muchacho que se encontraba asustado a su lado, pidiendo a sus dioses no ser el siguiente. El abofeteado sangraba de manera profusa por un oído y algo por la nariz.
Al ver el estado en que ya se encontraba, el policía se debió dar por satisfecho y se dispuso a sentarse, no sin antes lanzar una amenazante mirada a otro hombre sentado herguido dos cuerpos a mi derecha.
Al parecer éste le debió mantener la mirada un segundo más de lo que el orgullo del policía podía soportar y antes de volver a sentarse propinó una terrible patada en la cara del muchacho que emitió un estridente grito de dolor casi involuntario mientras la cabeza se le lanzaba hacia atrás para golpearse con una barra de hierro del camión. De inmediato se echó las manos a la cara para luego esconderla entre las rodillas a la vez que sollozaba en silencio.
Mi miedo se acrecentó de repente como la espuma de una cerveza mal tirada.
Decidí mirar al suelo con la cabeza agachada para no cruzar ninguna mirada que pudiese ser malinterpretada como un desafío.

A través de la entrada al remolque podía reconocer el bullicio de las calles principales de Varanasi. En otro momento me pudo parecer como un lugar caótico y donde el espacio personal no existía y la higiene no se dejaba encontrar. Pero allí sentado en el camión, con las muñecas atadas y doloridas y un incierto destino por delante, no se me ocurría un mejor sitio donde estar que en esas calles abarrotadas de gente, motocicletas, coches, triciclos con motor, vacas y algún que otro mono.
Nada deseaba más que estar ahí mismo regateando con algún conductor de ricksaw, o esquivando vehículos o buscando un puesto decente donde comer algo. Todo aquello parecía ahora lejano pese a estar a apenas 2 metros de distancia. Lo que daría por poder volver a mi rutina de las últimas dos semanas.
Casi podía entender lo que sería rezar, pedir salir de una situación terrible que está más allá de tu control.

Mientras estas ideas cruzaban mi cabeza debimos llegar a nuestro destino porque el camión se paró y los gritos comenzaron de nuevo. Como animales asustados de camino al matadero seguíamos las ordenes de nuestros amos sin que siquiera la idea de revelarse o salir corriendo nos cruzase la mente.
Más policías nos esperaban fuera, todos con sus uniformes verdes, sus bigotes y sus boinas. Algunos llevaban unas largas porras de madera que usaban sin piedad contra la espalda de los rezagados.
Estábamos en frente de lo que debía ser una comisaría. Un destartalado edificio gris de tres plantas a juego con el resto del vecindario. La entrada era una enorme puerta de madera por la que pasamos sin casi tiempo para reconocer nada más que unas escaleras que nos conducían a una planta baja.
Un par de policías estaban comiendo una dosa con daal y algo de arroz hervido en una mesa de metal. Uno de ellos se me quedó mirando al pasar y dijo algo en voz alta que hizo que su compañero de desayuno me mirase y emitiese una sonora carcajada. Ahí iba mi supuesta inmunidad. La poca confianza que tenía en salir de esta situación indemne gracias al color de mi piel se acababa de ir dando vueltas por el desagüe.

Un olor agrio que no llegaba a identificar se mezclaba con el familiar de las especias que separan de manera inequívoca a la India del resto de países en que haya estado.
Mientras andaba siguiendo al rebaño me fijé en lo deteriorado del lugar y de lo sórdido de su aspecto iluminado con fluorescentes. Con paredes desconchadas que parecían sudar un sudor oscuro que caía desde el techo. Atravesábamos un pasillo con viejas puertas metálicas a ambos lados que daban paso a idénticas habitaciones con una mesa metálica en el centro y varias sillas a juego. Cada nueva habitación que veía me recordaba a todas las anteriores.
Algunas de las puertas estaban cerradas y de algún rincón surgían gritos de súplica que hacían que un escalofrío me recorriese la espalda.
Se me ocurrió entonces que lo que fuera que me pasase en este lugar me convertiría en una parte más del mismo. Estos policías lograrían que, mediante vejaciones y golpes, gritos y humillaciones me mimetizara con el entorno. Sería como un verso más de un poema. Lograrían que rimase con las sillas y paredes sucias, comida cargada de especias, la luz fría, el ambiente desgarrado y la desesperación de un lugar cargado de terribles recuerdos.
Casi les podía ver el lado artístico a los policías que de una manera ensayada mil veces me darían la forma de este edificio viejo.

Llegamos al final del pasillo que desembocaba en una sola habitación más amplia que las anteriores y donde no había barrotes como yo esperaba. Solo la eterna mesa de metal con sus sillas orbitando alrededor.
Unos de los policías que no llevaron hasta allí, un hombre bastante mayor, nos dijo algo con bastante serenidad mientras señalaba un rincón de la habitación. Al ver a mis compañeros de penurias sentarse contra la pared del lugar donde había señalado el hombre yo les seguí.
Ser uno más me hacía sentir algo más seguro, nos convertíamos en un solo organismo.
Me recordó algo que leí sobre los safaris, al parecer los leones, ¿o eran los elefante? El caso es que no atacan a un grupo que se encuentre en un coche porque lo consideran como un solo animal más grande que los individuos por separado.
Eso eramos nosotros ahora. Nos movíamos de manera coordinada sin habernos puesto de acuerdo antes. Como las bandadas de pájaros o los bancos de peces. Nos protegíamos en el número.

Si es cierto lo que se dice de “mal de muchos, consuelo de bobos” yo era la persona más boba del universo.

Una vez en el suelo osé levantar la cabeza para ver qué pasaba a mi alrededor, y al poco de hacerlo un policía, que debía seguir en la adolescencia me miró y puso lo que se le ocurrió sería una cara que infundiría pánico y respeto a todo aquel que le mirase. La misma cara que había visto a sus compañeros más mayores poner cuando se dirigían a un detenido, solo que al ver lo forzado del gesto se me escapó una leve sonrisa, quizá nerviosa.
Al ver el chaval su autoridad puesta en duda por un extranjero que se había burlado de él no pudo contenerse y se levantó de un salto de la silla en la que estaba sentado y andando hasta donde yo permanecía sentado me iba gritando en un inglés entrecortado:
-¿De qué te ríes? ¿Eh? ¿De qué te ríes?
En el momento en que estaba lo suficiente cerca de mí me lanzó una patada que me dio en la pierna izquierda que tenía pegada al cuerpo.
De inmediato le miré y dije que no me reía da nada, que lo sentía, que eran los nervios.

Con esta poco convincente explicación se debió dar por satisfecho. Después de mirarme con su cara de autoridad, algo más convincente esta vez gracias a la patada que le confirió más seguridad, se dio la vuelta y volvió a su silla.
Mientras andaba hacia la silla pensé que en otra situación ese mismo muchachito habría volado por los aires contra una de las paredes. Era de complexión muy delgada y en los movimientos se le notaba que no tenía gran sincronización ni mucha fuerza, pero en ese momento se podía permitir sentirse el rey.

No pasó nada más que horas desde ese pequeño incidente. Y me dí cuenta que el miedo había dado paso al odio y la rabia. Eso estaba bien. Me sentía más en control de mí mismo.

Por la luz que entraba por un minúsculo tragaluz situado en la pared de enfrente nuestro y que daba a la calle, supe que se estaba haciendo de noche, luego llevábamos unas 6 horas ahí abajo sentados en el suelo con las manos atadas.

Uno de los detenidos estaba durmiendo apoyado en parte en la pared y en parte en los hombros de su compañero de al lado, mientras dormía emitía un leve pero agudo ronquido.

Nadie vino a decirnos ni darnos nada. Los policía se habían turnado y uno de los que estaban en ese momento en la habitación con nosotros estaba dormitando sentado en la silla y con el cuerpo apoyado en la mesa. Al cabo de cierto tiempo yo también me quedé dormido.

En cuanto salió el sol, un policía nos despertó a gritos y empujándonos con las botas.
Al parecer era la hora de desayunar y nos traían unas chapatis que dejó en el suelo en un plato de lata formando una montaña de pan indio. Al lado depositó una jarra de agua, sin vasos ni nada.
Mientra los demás detenidos hacían cuenta del pan como podían, yo me entretuve con la jarra de agua derramando gran parte en la operación. Como extranjero que era, lo más probable es que esos sorbos pasasen factura a mi estómago más adelante, pero saciar la sed que tenía era lo único que me importaba mientras bebía. No comí nada.

Cuando terminamos el frugal desayuno se nos indicó una puerta que daba a un servicio que se limitaba a un agujero en el suelo junto al cual había un barreño con agua justo debajo de un grifo.

Horas más tarde, cuando deduje que debía ser mediodía oímos unas voces y unos pasos acercándose por el pasillo. Un grupo de policías se dirigían hacia donde estábamos.
Era el momento, el grupo se empezó a inquietar y a moverse en sincronía. Algunos murmuraban en bajo y todos mirábamos con atención el final del pasillo por el que venían las voces.

Era lo que esperábamos, un grupo de policías, cinco. El que me dio la patada el día anterior, que se había quedado dormido, se puso en pié al verlos entrar. Uno de ellos, de mayor edad más bajito y algo más relleno que el resto, nos empezó a mirar sin mucho interés. Llevaba las manos cruzadas a la espalda y aspecto de tener más autoridad que los demás.

Al cabo de unos segundos examinándonos fijó su mirada en mí y le dijo algo al otro policía, que no había parado de hablarle casi al oído desde que llegaron. El que no paraba de hablar paró y me miró como el que mira un desperfecto en la pared y volvió a hablar al gordo de nuevo. Tras un corto intercambio de órdenes y demás, el que no paraba de hablar se me acercó y me dijo que me levantase.
Yo obedecí con más dificultad de la esperada. Nunca me había tenido que levantar del suelo con las manos atadas y era más complicado de lo uno que se puede imaginar.
Una vez de pié me preguntaron en inglés de dónde era y dónde estaba alojado.
Tras contestar sus preguntas, uno de ellos, que no había intervenido hasta ahora, me dijo que le acompañase señalando la entrada al pasillo por el que habíamos llegado horas antes.

Y así hice, detrás del policía iba yo desandando el camino con destino mi posible libertad. Según me alejaba de la habitación no pude evitar echar una rápida mirada a lo que dejaba atrás. A la que había sido mi bandada de pájaros, mi banco de peces.
Nos paramos unos segundos en una ventanilla con un señor de unos 80 años que se encontraba sentado al otro lado del cristal. Tras intercambiar unas palabras el señor de la ventanilla le pasó una bolsa de plástico blanca al policía y éste me la entregó a mí y me pidió que comprobase si eran mis cosas.
Le eché un ojo por encima y reconocí mi cartera roja. Me dí cuenta que solo había unas monedas donde debería haber bastantes rupias, pero decidí no decir nada al respecto. Esa sería la fianza que pagaba por dejarme salir. Tras eso proseguimos el camino escaleras arriba.
Cuando llegamos a la puerta, el policía me desató la cuerda de las muñecas, se dio la vuelta y regresó escaleras abajo por donde habíamos venido sin dirigirme ni una sola mirada.
Y allí estaba yo, delante de la puerta de la comisaría bajo la curiosa mirada de varios policías que descansaban sentados en un banquito de madera situado a un lado de la entrada. Al poco, éstos se cansaron de mirarme y comenzaron a mirar a un grupo de mujeres vestidas con coloridos saris que pasaban por delante hablando de manera ruidosa y riendo en voz alta.

Me encaminé hacia donde deduje se debía encontrar el río.
El ruidoso caos de Varanasi, una de mis ciudades favoritas de India, me pareció una fiesta de cumpleaños llena de gente.
Enseguida encontré una bocacalle familiar que me permitía adentrarme en el laberinto de callejuelas llenas de vacas, niños, hippies japoneses e israelíes, hostales y pequeños restaurantes.
Me metí en un restaurante cualquiera, me senté solo en una mesa con cuatro sillas y pedí el menú.

Tres días después me subí a un tren con destino Gorakhpur, de allí un autobús desvencijado me llevó a Sunauli desde donde crucé la frontera con Nepal a pie. Ya al otro lado me relajé un rato en un puesto donde pedí un refresco y negocié una furgoneta hasta Pokhara donde estaría un mes antes de partir hacia Katmandú.











Thursday, August 13, 2009

Wednesday, August 12, 2009

US3, Seul, Corea del Sur, Vancouver, San Francisco y la vuelta al mundo

Sigo en Hong Kong.
Hace unos dias volvi de Seul, en Corea del Sur. Tengo fotos interesantes que ire subiendo.

Este Domingo vuelo a ver a mi amigo Richi a Vancouver, Canada, alquilaremos un cochecito y nos haremos la costa Oeste de Estados Unidos hasta llegar a San Francisco. Volveremos a subir y de Vancuver a Barcelona para pasar unos dias antes de volver a Madrid. Con esto completare una vuelta al mundo que ha durado casi 9 meses...

Ahi va Cantaloop de US3

Thursday, July 30, 2009

Goldfinch Restaurant, Hong kong, In the mood for love...

Ayer me llevaron a cenar al restaurante que sale en la pelicula de Won Kar Wai "In the mood for love", una de mis pelis favoritas...



























Tuesday, June 16, 2009

Acariciando gatos en Tokio

Hay por la ciudad algunos lugares para acariciar gatos, sí, sí, el propósito de dichos lugares es el de que acaricies gatos.
¿Es o no es una maravilla?











Saturday, May 2, 2009

Jackie Chang HQ, Hong Kong

Hace unos días estuve en la puerta del "cuartel general de Jackie Chan" en Hong Kong.
Tras buscar la dirección en Internet me puse manos a la obra y me dirigí para allá.
No tiene pérdida, es el 145 de Waterloo Road.
La parada de MTR es Kwoloon Tong, pero también se puede coger el bus 271.






Decidí quedarme un ratito sentado leyendo y escuchándo música por si tenía la suerte de que el mismísimo Jackie apareciese. No hubo suerte.

Hace algún tiempo esto estaba abierto al público, hasta que una fan Japonesa de Jackie decidió quitarse la visa dentro del HQ, desde entonces permanece cerrado a los curiosos.

Se puede ver una rueda gigante en la fachada que sospecho pertenecerá a su película de 1998 "Mr. Nice Guy" en la que al final arrasa la mansión de un narcotraficante conduciendo un camión gigante de obras.

El resto de la fachada luce cientos de baldosines decorados a manos por fans de todo el mundo.



































Monday, April 20, 2009

Hong Kong, un lugar acojonante...

Venir a Hong Kong por primera vez es una experiencia brutal, vale, no es mi caso ya que he venido 3 veces, pero comento lo que sentí la primera vez y lo que veo en la gente que acaba de llegar. Éste es un paisaje urbano y no natural, pero de una dimensión aterradora. Los edificios te hacen sentir lo que buscan, una mierdecilla. Han logrado que las grandes corporaciones consigan lo que el despotismo de los reyes consiguió en Europa, abrumar y asustar. Es ahora el despotismo de las grandes compañías, mucho más poderosas que los anteriores, las que se rigen ante tí en forma de desmesuradas contrucciones que desafían a las nubes.



No por eso deja de ser un lugar espectacular, divertido y variopinto. Solo la llegada a su, posiblemente mejor aeropuerto del mundo situado en una isla artificial ya te hace ver que llegas a un lugar especial. La mezcla entre lo moderno y lo tradicional, tan presente en Japón también se aprecia aquí, aunque en menor medida.

No dejo de echar de menos algo más auténtico, me explico, salir de marcha o de compras no va más allá de lo que ves en cualquier otra zona pija de cualquier ciudad occidental, con la diferencia de que en estas últimas existe un movimiento algo más "underground" que aquí aun no he visto aunque presupongo que en semejante megaurbe lo habrá. Aquí la gente joven tiene que ir hecha un pincel, con sus zapatillas de marca, sus vaqueros o minifaldas perfectos, peinados igualmente a la moda y demás complementos que no desentonen tod@s con un toque extravagante, importado del Japón más materialista. Aun así en Japón veo movimientos alternativos que espero ver aquí antes de irme. No dejo de echar de menos la despreocupación que puedo ver en lugares como por ejemplo Malasaña en Madrid y algunas zonas de Inglaterra por nombrar algo.

Siempre te puedes escapar hacia la zona más tradicional como hicimos ayer por la noche, donde pese a la hora que era seguía habiendo gente en la calle, cenando y hablando en voz alta sin miedo de herir los oídos sensibles de algún petardo. Hong Kong sabe premiar a quien se atreve a meterse en un lugar donde sabes que nadie te va a entender, la gente es agradable y curiosa y te hacen sentir como en restaurante de tu barrio al poco de dar el primer y más dificil paso. ¿Y al terminar? pues como en metro estaba cerrado buscamos un bus nocturno y no tardamos en encontrarlo, el mismo conductor nos avisó cuando llegamos a nuestra parada.
Una maravilla.

Mi experiencia con ciudades asiáticas es que la seguridad es muy superior a lo que estamos acostumbrados, somo nosotros los que damos miedo andando solos por la noche :P

Besos y abrazos desde la ciudad de Ghost in the Shell.

Tuesday, April 14, 2009

Katmandú, Nepal, nochevieja y Hong Kong

Pues sí, estoy en Kathmandú, capital de Nepal.

Precisamente ayer era el día en que se celebra la nochevieja en Nepal. Y la celebramos como debe ser. Eso sí, sin uvas...

Y hemos pasado al año 2066, como lo oís. Estoy en el futuro.

Aquí se usa el calendario establecido por el emperador Indio Vikramaditya usado en India y Nepal.
Para calcular el año en comparación con nuestro calendario hay que añadirle, al nuestro, 56 años, 8 meses y 15 días.


Pasado mañana vuelo a Hong Kong, hace al menos dos años que no voy a HK y estoy encantado, me flipa esa megaurbe.


Saludos

Thursday, April 9, 2009

The Wackness cine en Nepal

Como much@s sabéis me encanta el cine, por estos lugares, Nepal, la única manera de ver cine es comprarte DVDs piratillas por un tercio de Euro y verlos en el ordenador. O eso o irte al cine a ver una “película” local con mucha sangre, drama, y cosas parecidas, pero además en Nepalí o Hindi. Nada me apetece menos la verdad.
Pues eso, que me hincho a ver pelis de estas piratillas.

Hace unos días vi “The Wackness”, una maravilla maravillosa, no para todos los públicos, ya que está ambientada en Nueva York en 1994 y trata sobre un adolescente que trafica con marihuana y cambie su género por sesiones con un psiquiatra al que le falta un hervor. La banda sonora es de orgasmo, básicamente toda la basura deliciosa que escuchaba cuando rondaban los 90. La historia y los personajes son bastante creíbles y complejos. Podréis disfrutar de la presencia de Ben Kingsley (Ghandi), Famke Janssen (la mujer más espectacular del cine a nivel mundial, una diosa), el prota que se llama Josh Peck e incluso del mismísimo Method Man, posiblemente de los mejores cantantes de Hip Hop de la escena y con uno delos directos más potentes que he oído en mi vida. Una delicia de película para amantes del género o para melancólicos treintañeros…



En cuanto llegue a Kathmandú en unos días me voy de cabeza al cine a ver Watchmen que sé que allí sí la echan, no puedo esperar más…

Cremaciones en Varanasi y el Ganges

Ahí van algunas de las fotitos que prometí de las cremaciones de cadáveres en Varanasi.



Como dije,dependiendo de la pasta o la casta te dan un tipo de madera u otro, dependiendo
del tipo de madera y la cantidad el cuerpo se quema mejor o peor, por supuesto,
para controlar todo esto hay un par de personas trabajando en la hoguera para
encargarse de que todo prenda y de que las partes más difíciles, piernas, tórax
y cabeza, se quemen lo suficiente.






Es por esto que se arman con unos palos de bambú con los que golpean sin piedad las partes
rebeldes hasta doblegarlas, quiero decir partirlas…






Si es tu primera vez viendo una cremación es un poco durillo, no solo ver como le dan de palos a
un cuerpo carbonizado, o como parten las piernas para volverlas a echar en
medio de la hoguera, ni el sonido a cartón piedra que resuena cuando le atizan
al tórax o a la cabeza con el bambú, sino el olor y el sonidillo a grasa
quemándose.




¿Y qué se hace con los restos cuando están quemados? Pues al Ganges, ¿dónde sino?

Desde luego que lo último que te apetece comer nada más ver esto es una barbacoa.

Ale.

Friday, March 27, 2009

Pokhara, Nepal al fin

Llevamos una semanita en Pokhara, Nepal.
Después de la caçotica India, esto es un oasis. Solo las aceras ya nos han dado una grata alegría, no tener que tener tu mente dedicada todo el tiempo a evitar vehículos es un relax. Pese a que no hay mucho tráfico.

Estamos viendo todos los días a mi amiguete Nabaraj, que tiene una tienda de trekking y es guia de montaña. En unos días nos iremos de trekking a ver el Himalaya unos cuantos días.

Hoy me he dado un viajecito en parapente subiendo hasta unos 3000 metros de altura. Desde arriba he podido ver, entre otros, el monte Annapurna, uno de los famosos 8000.  Una vista impresionante.

No hacemos más el zoquete porque no se puede. Queremos descansar y pillar fuerzas para seguir nuestro viaje y ver si pasamos a Tibet desde Kathmandu para desde allí pillar un tren a Guanzhou y de ahí un bus a Hong Kong o volar a HK directo desde Kathmandu si hay algún problema para entrar a Lhasa.

Os trendré informad@s.

Beso

Friday, March 13, 2009

Dos meses en Idia, Varanasi, camino a Nepal y piras funerarias en e Ganges

Como pasa el tiempo o qué lento pasa.
Vamos a hacer 2 meses en un par de días, parece mentira, pero por otro lado si pienso en todo lo que nos ha pasado y lo que hemos hecho parece que llevamos mucho más. Está claro que la percepción del tiempo se puede alterar.

Hemos llegado a Varanasi hace un par de días y la llegada no podía haber sido más sonada.
Por casualidades de la vida llegamos en medio de una fiesta que ocurre nada más que una vez al año y además en el día más bestia y durante las horas más salvajes. Que traducido significa que tuvimos que batallar por las calles llenas de grupos de borrachos armados con botes de agua con tintes, pistolas de agua con los mismos tintes, globos petados de la tintura maldita etc, etc... Durante un par de horas que se hicieron terriblemente largas, yendo de un Guest House a otro ya que todos decían estar llenos. El mismo conductor de Rickshaw nos advirtió de que "si vais a esa zona no me hago responsable de lo que os pase". Al final llegamos empapados y completamente teñidos de mil colores a Om Guesthouse, donde nos hemos quedado un par de días.

Varanasi me fascina, está al lado del rió Ganges, o como lo llaman aquí el Ganga. Si te habla alguien de India la imagen que te imaginas es la de la gente al lado del río quemando cadáveres y bañándose en él, pues eso mismo es Varanasi.

Hemos visto las cremaciones de cadáveres y no son para todo el mundo, es la vida tal cual es. Cuerpos cubiertos de flores y telas quemándose. El olor y el sonido de la carne quemándose y los miembros que se resisten a desaparecer el las llamas. También esto va por castas y situación económica, si no tienes mucha pasta no puede conseguir mucha ni muy buena leña para la hoguera donde quemar a tu ser querido. Para eso hay unos señores que se encargan de avivar las llamas y golpear con largar barras de bambú los miembros rebeldes que siguen resistiéndose. Bastante cruda la imagen, pero es lo que hay.

¿Las cenizas? Pues al Ganges, ¿donde sino?

Los niños pequeños si mueren no se les quema ya que son considerados puros, lo mismo para las mujeres embarazadas y los santos, a la gente con lepra tampoco se les quema, pero porque al parecer huelen. A este grupo se les ata una piedra de peso considerable y se les llevas a una zona profunda y se les lanza. Bucear por el Ganges debe ser una experiencia de los más siniestra y bizarra.

Estoy seguro que las razones religiosas para hacer esto de quemar cuerpos y lanzarlos al Ganges esconden otras razones antropológicas por detrás, tipo: mejor quemarlos y lanzarlos al río para evitar la descomposición y posibles infecciones, más económico que un entierro, y alguna cosa más que se me escapa. Pero al convertirlo en un ritual religioso se esconden todas estas razones un poco menos místicas y algo desagradables. La religión tiene su utilidad después de todo ;) aunque en este caso sea un poco cosmética.

¡Que malo soy! Lo que me faltaba, ir también al infierno Hindú...

En unos días no pillaremos un bus que nos lleva a la frontera con Nepal y de allí a Pokhara o Katmandú.

Tengo fotos que no son para todos los estómagos así que pensadlo antes de verlas. Las subo en cuanto pueda...

Ale

Saturday, February 14, 2009

Goa, Palolem beach y mi cumple

Estoy en Palolem beach, en Goa, manyana es mi cumple y lo celebraremos por aqui para despues seguir subiendo hacia Rajastan.

Una playa increible.

Ale

Tuesday, February 10, 2009

Gokarna

Tras unos dias de relax en Hampi, nos dirigimos a Goa.
Un largo regateo con los conductores de Ricksaw nos lleva a toda pastilla por el campo indio atravesando aldeas con crios medio desnudos y cubiertos de mugre que nos miran con sorpresa y nos devueven el saludo con una sincera sonrisa.

Una vez llegamos al bus con camas, nos acomodamos en nuestras respectivas plazas y empezamos lo que promete ser un largo trayecto de mas de 12 horitas hasta la mitica Goa.

Quien se iba a esperar que un simple viaje en bus se convertiria en algo tan entretenido. Me logro colar en la cabina de los conductores, otro mundo. . Acabo de viajar a otra epoca, luces rojas iluminan lo que parece una nave al mas puro estilo steampunk. Un amable conductor me muestra con sus expresiones que soy bienbenido y que me acomode. Empieza un viaje mitico, mientras adelantamos otros similares vehiculos, ninguna luz nos ilumina mas que la de los propios coches, camiones y ocasionales tiendecilla que salpican la carretera. ME siento en lo que parece una litera identica a la que se encuentra pegada al parabrisas, al parecer hay otra encima del conductor donde descansa otro conductor. Paso un par de horas hipnotizado como si mirase una hoguera. Llamo a Carlos para compartir la experiencia y mas tarde a Karin y a Cris. Todos alucinamos.

Nos acomodamos mas tarde en nuestra litera compartiendo los cascos del MP3, empezamos con algo de Beethoven, los trios de piano, para pasar de inmediato a algo de Pink Floid que decido sustituir con el Thriller de Michael Jackson, perfecto.

Una atractiva y joven pareja rusa de la cama de al lado nos introduce en los rituales del Vozca, con el que denominan el mejor del mundo. Delicioso. El truco esta en la respiracion.

Hay mas rusos en el bus, y escoceses, holandeses, eslovacos...

En medio del ajetreo del bus decidimos bajarnos en Gokarna.
Por fin llegamos a nuestro destino, hemos tenido suerte, las pulgas no nos han comido esta vez. Gokarna es una zona de playas poco explotadas donde hemos pillado por poco mas de un Euro, a compartir entre dos, unas cabanyitas en frente del mar. Sin electricidad, ni lujos similares, simplemente unos palos que sujetan algo que parece ser un conchoncillo de paja.