Con tanto entretenimiento es imposible descubrir qué es lo que quieres hacer en la vida. Incluso a los 34 años no tienes ni idea. De hecho creo que a esta edad pensamos que tienes que tener las cosas claras, pero lo que yo pienso es que llevas años acostumbrándote a vivir una vida que no es la que quieres para ti y te empiezas a creer que haces lo que has elegido. Me encanta cuando oigo historias de personas de mi edad o mayores que han mandado todo a la mierda y han empezado de nuevo en otro país o haciendo algo que no tiene nada que ver con su supuesta carrera. Siempre que puedo apoyo este tipo de iniciativas. Me atraen las mujeres que de repente han decepcionado a toda su familia para llevar una vida que no aporta prestigio profesional, ni dinero ni nada de lo que se espera de una mujer de su edad. Sé que con gente así es más probable que fuese feliz al tener muchas cosas en común, entre ellas la inquietud.
¿De verdad tu sueño es ser dentista? Y una mierda.
Solo me creo los sueños que estén relacionados con trabajos en los que ayudes a alguien, ya sea con su salud, su bienestar, educación, trabajos artísticos en los que tengas libertad para crear sin tener que seguir guías estrictas o en los que se pueda viajar. Como cosa temporal puede que se haya planificado llevar un modo de vida con el que se gane dinero para a corto o medio plazo poder comenzar a hacer lo que de verdad te gusta. O incluso tener trabajos a media jornada para la otra media hacer lo que de verdad te llena. Pero esto en muchas ocasiones es solo una excusa.
Si hay algo que no desarrollamos ni ejercitamos jamás es la creatividad, no solo en el arte, sino en la vida. No tenemos idea de cómo llevar nuestra vida de manera creativa, sin imitar otras. Nos dejamos llevar por la absurda cantidad de ocio que nos rodea para que apenas pensemos. No tenemos opiniones propias sino que jugamos con las que leemos, oímos o vemos en la tele. Las remezclamos y emitimos nuestra versión. Somos como DJs que no crean música sino que mezclan la ya creada o cantantes que versionan. Los grandes son los que crean. Tanto opiniones como canciones, historias...
Un buen ejemplo lo dan los políticos, ¿cómo es posible que todos los miembros de un grupo político voten en masa a lo que su líder les diga? Es una prueba fehaciente de que no les está permitido pensar o no tienen valor para hacerlo. Nadie puede estar de acuerdo con el 100% de las opiniones de otro grupo de personas en cientos de temas, es imposible. De lo que se deduce que mienten. Casi me parece tan poco respetable como el periodismo del corazón.
¿No podríamos votar leyes directamente? Si hay un momento en la historia en el que eso es posible es ahora con el auge de las aplicaciones móvil y las campañas de peticiones de firmas online para bombardeos masivos de emails a políticos o para vetar leyes injustas o apoyar a los más necesitados.
Pese a que el mundo es una mierda que va desbocada al holocausto, se oyen cada vez más voces de cansancio y aburrimiento con los sistemas establecidos. Cada vez más personas se dan cuenta de que la vida de ratones de laboratorio que llevamos no les llenan. Seguimos un guión que no hemos escrito nosotros.
Propongo sentarse unas horas a no hacer nada más que pensar en las cosas que nos hacen felices y nos llenan y si estamos haciéndolas o si podríamos dedicarnos a ellas. Con todas tus fuerzas. Una de las cosas más difíciles en la vida es llegar a saber qué es lo que de verdad te gusta. Lo mismo ni siquiera lo has probado todavía, pero seguro que has visto a alguien hacerlo y le admiras sin darte cuenta.
Con el deporte es casi peor. No me digas que quieres ser futbolista, porque es mentira. Lo que quieres es el dinero, la fama, la popularidad o el poder, o es que eres un perdedor que no sabe cómo conseguir mujeres. Ok, si es verdad que hay quien disfruta de verdad jugando al fútbol, pero ¿lo haría si no se idealizase a los jugadores como si fuesen mesías? Cuando muchos lo que son es engreídos y soberbios.
Participar en expediciones, subir montañas, escalar, navegar, correr largas distancias, volar, bucear, viajar en bicicleta, patinar. Son deportes que si te pueden atraer por si mismos.
Tenemos los peores ídolos que se pueden tener. ¿Porqué si preguntas en una escuela quién quiere ser famoso de mayor casi todos levantan la mano? ¿Qué nos ha dado con la fama? ¡Yo no quiero ser famoso! Viva el anonimato, la invisibilidad que me otorga no salir de manera masiva en los medios... Poder perderme en el metro con un libro o pasear por la calle casi sin ser visto o ir a la tienda de al lado o a un restaurante sin brotes de paranoia. El anonimato es una las condiciones más subestimadas en esta época. Pregúntale a cualquier celebridad qué es lo que más echa de menos y verás lo que te dice.
Queremos la vida de otros, no tenemos el valor de diseñar las nuestras propias por si fracasamos o decepcionamos a los demás cuando nos debería importar una mierda lo que opinan.
No hace mucho leí en un libro una definición que me pareció bastante acertada sobre el tipo de personas que componen el mundo, esto es una traducción muy libre:
“El mundo está dirigido por un millón de malvados, diez millones de estúpidos y cien millones de cobardes. Los malvados son el poder- los ricos, los políticos y los fanáticos religiosos - cuyas decisiones dirigen el mundo y lo ponen en el camino de la avaricia y la destrucción. Los estúpidos son son los soldados y los militares que imponen el dominio de los malvados. Son valientes en ocasiones, pero estúpidos porque dan sus vidas por gobiernos y causas que usan sus cuerpos como meros peones de ajedrez. A la larga los gobiernos siempre los traicionan o decepcionan o abandonan. Y los cobardes son los burócratas que permiten que los malvados lo dirijan todo mirando a otro lado, son directores, secretarios, presidentes de asociaciones, jefes de departamento, alcaldes, siempre defendiéndose diciendo que simplemente siguen órdenes o que están haciendo su trabajo mientras firman un papel que pone a alguien enfrente de un pelotón de fusilamiento o condena a un millón de personas a morir lentamente de hambre. El resto de nosotros, unos seis mil millones simplemente hacemos lo que nos dicen.”
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