Estoy en Osaka, he llegado aquí en un maravilloso tren bala que casi le falta volar, digo casi porque creo que ya vuela...
Como siempre, me las he apañado para ver los lugares más sórdidos y oscuros de Japón, en este caso de Osaka.
Como soy un cutre, me gasto una miseria en dormir y me alojo en un recóndito agujero en un fétido barrio de Osaka lleno de borrachos y vagabundos.
Por no haber no hay ni ducha, sin embargo tenemos un maravilloso onsen, baño de agua caliente con duchas que lo rodean, con sauna. Si será sórdido el lugar que hasta dejan entrar a japoneses tatuados, digo hasta porque en todo Japón no se permite la entrada en lugares públicos a ninguna persona con tatuajes, aunque sea el nombre de la novia yonki de tu hermano en letras minúsculas...
De hecho todas las noches veo a un tipo de aspecto yakuza dale que te pego a la esponja.
La gente en Japón se lava hasta hacerse sangre. Se sientan en su taburete y se empiezan a frotar a quemarropa con una esponja o una toallita y bien de jabón. Esto se hace antes de meterse en el baño de agua caliente que es comunal.
Parece un poco una competición de a ver quién es el último en dejarse de frotar, como si ésto significase que al ser el último eres más limpio que todos los que ya se han dejado de frotar antes, los muy cerdos.
Mira que yo soy relimpio, si hasta tengo la piel que se me cae a tiras de ducharme... Pues ni con esas puedo con esta peña, me siento como el gaijin (extranjero) cerdo. Se deben pensar que voy a dejar una mancha de grasa a la que me meta en el baño.
Y eso que me quedo un poco más de lo acostumbrado dale que dale al fregoteo para que no digan, pero nada, me jarto y ahí siguen, como si nada pasara.
El yakuza es el que más ímpetu pone el pobre, debe ser agotador estar todo el día asustando y extorsionando, que lástima, lo agusto que se le ve ahí con su esponjica.
Que se le va a hacer.
Hasta otra.
Como siempre, me las he apañado para ver los lugares más sórdidos y oscuros de Japón, en este caso de Osaka.
Como soy un cutre, me gasto una miseria en dormir y me alojo en un recóndito agujero en un fétido barrio de Osaka lleno de borrachos y vagabundos.
Por no haber no hay ni ducha, sin embargo tenemos un maravilloso onsen, baño de agua caliente con duchas que lo rodean, con sauna. Si será sórdido el lugar que hasta dejan entrar a japoneses tatuados, digo hasta porque en todo Japón no se permite la entrada en lugares públicos a ninguna persona con tatuajes, aunque sea el nombre de la novia yonki de tu hermano en letras minúsculas...
De hecho todas las noches veo a un tipo de aspecto yakuza dale que te pego a la esponja.
La gente en Japón se lava hasta hacerse sangre. Se sientan en su taburete y se empiezan a frotar a quemarropa con una esponja o una toallita y bien de jabón. Esto se hace antes de meterse en el baño de agua caliente que es comunal.
Parece un poco una competición de a ver quién es el último en dejarse de frotar, como si ésto significase que al ser el último eres más limpio que todos los que ya se han dejado de frotar antes, los muy cerdos.
Mira que yo soy relimpio, si hasta tengo la piel que se me cae a tiras de ducharme... Pues ni con esas puedo con esta peña, me siento como el gaijin (extranjero) cerdo. Se deben pensar que voy a dejar una mancha de grasa a la que me meta en el baño.
Y eso que me quedo un poco más de lo acostumbrado dale que dale al fregoteo para que no digan, pero nada, me jarto y ahí siguen, como si nada pasara.
El yakuza es el que más ímpetu pone el pobre, debe ser agotador estar todo el día asustando y extorsionando, que lástima, lo agusto que se le ve ahí con su esponjica.
Que se le va a hacer.
Hasta otra.
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